domingo, 14 de febrero de 2021

CRÍTICA DE OBRA | Boca de Taller Bertol, Lalá, Sarría

 

Tomo la posta en el diálogo (ahora escrito) de la Boca de Taller  y advierto que me perdura en el cuerpo el frescor del atardecer de Cabana y ese saborcito del rosado frutal en los labios. Sábado de enero delicioso. Mientras el arte penetra en los cuerpos, la charla se condensa en los placeres dionisíacos del vino.  Ahora bien, días después del evento me dispongo a escribir algunos comentarios sobre el trabajo de los artistas Sol Lalá, Pancho Sarría y Adrián Bertol.


En primer lugar, quisiera compartir mi impresión de la muestra, puesta que podría describir como un recinto poroso. Poroso es -en este caso- expansivo. La propuesta se presenta como un colectivo, pero propongo revisarla como una minuciosa obra abierta que se presta al diálogo profundo con uno mismo. De tal modo que el ejercicio de la boca de taller resulta -en mi caso- el puntapié a un exquisito recorrido de derivas. Allí donde el hilo conductor se encuentra o se oculta como sostiene Mariano Horenstein cual “condensadores de misterios”: en las sutilezas de las trazas del dibujo, en los huecos y las grietas de aquellos elementos orgánico-escultóricos, en el impacto y la intensidad de las líneas ondulantes que ponen en tensión la profundidad de la mancha y el chorreado en el plano pictórico. Así, la corporeidad es al mismo tiempo la tinta que describe personajes (Bertol), la que agujerea, perfora y acaricia la masa cerámica explorándola (Lalá) y/o en todo caso aquella que interpela la tela -y nos interpela-mediante el sustrato (Sarría). Y es entonces, que en el recinto – insisto poroso- línea, agujero y mancha se conjugan -desde mi perspectiva claro está - en el encuentro entre el cuerpo, el fluido y la materia.



Sol Lalá 

 Una cuestión que me interesa señalar es la posibilidad de reconocer en la repetición una estrategia del juego exploratorio ¿del trauma, de lo real? (Lacan). Revisando la expresión de Benjamin, – y a modo de aporte desde su mirada- para el filósofo la repetición o el repiqueteo se convierte (en la vida moderna), en una manera de problematizar la novedad como la paradójica insistencia del “siempre lo mismo”.  Atendiendo a ello, observamos que Bertol, presenta una y otra vez sus personajes fantásticos, in-conclusos así como también pone de manifiesto el “peso” del fondo neutro, según describe.  Para el artista, el papel proporciona ese espacio indeterminado – así mismo no indiferente- en el que los personajes ¿antiheroes? se presentan obsesivamente – maquínicamente - en partes ¿o por partes? Se suma al juego del dibujo, la palabra escrita: grafías que ejercen su rol en este paisaje maquínico y discontinuo, poniendo en presencia objetos, ideas, conceptos; allí donde capturar el relato es un pretexto que conduce las fugas de otros: los propios.

En el trabajo de Sol la repetición -en este caso, la repetición de la acción- ¿se convierte en huella? Podríamos decir que la pulsión se manifiesta en cóncavo y convexo: “tierra que se vuelve cuerpo” expresa la artista. La desnudez de ese cuerpo que deja ver y oculta compartiendo la complicidad del relato. En las formas orgánicas –femeninas, continentes digo yo - se condensa la experiencia del proceso que oprime y expande los límites de la masa como materia. En ellos, hay partes, grietas, no hay todo, así como también subyace el continuum. El agua fluye entre los elementos fragmentados, originarios, primigenios, – diríamos zooloides - despojándolos de todo intento que suponga un cierre.

   

  Dibujos Adrian Bertol, Pintura Pancho Sarría


Por otro lado, podríamos reconocer en la obra de Sarria la invitación -o el golpeteo insistente- al extrañamiento: allí el repiqueteo. Una y otra vez, en cada lienzo, se ponen en tensión la corporeidad y los pigmentos. El azar de la pintura fresca y el choque de emulsiones contribuye a la provocación de las dimensiones del espacio pictórico.  La obra nos pone en presencia de la acción entre el cuerpo, los fluidos y el soporte. Es aquí donde el trabajo de Sarria nos “golpea” en el cuerpo – el nuestro-. Para Barthes el rectángulo/cuadrado representa la forma arquetípica del encuadre pictórico. Visto así, la paradoja está en el límite. En la propuesta del artista la indeterminación y el azar se conjugan en el proceso que, dicho sea de paso, tiene continuidad en ese repiqueteo. La imagen trasciende el lienzo, sus dimensiones, sus límites y podríamos decir -ahora pensando en Merlau Ponty- es manifestación de la huella del cuerpo en acto.

 

Por último, me interesa agregar -y con el mismo desparpajo como hasta aquí- que en cada caso, la obra de los artistas pone en presencia la experiencia corpórea que disparan las fugas de lo real. Así, en la porosidad de la muestra -digamos en su expansión- los cuerpos de unos y otros habitan en/un silencioso diálogo.


El escrito es mi  aporte a la crítica de las obras expuestas en la Galeria Arte U_ Boca de taller en Unquillo, Córdoba ( Argentina)  realizada en enero del 2021. Evento al que agradezco la invitación.

Artistas: Sol Lalá, Adrian Bertol, Pancho Sarría.

Críticos: Mariano Horenstein, Demian Orosz, Pablo Canedo, V. Soledad Guerra.

viernes, 12 de febrero de 2021

En el umbral

 

Pabellón gris, Ciudad universitaria (2012)

Fotografia de la autora


La abertura y el umbral ponen en crisis el límite.

Como si fuera un submundo,

 la mancha oscura, casi invasiva

va al encuentro.

 

La curiosidad plena alimenta el paisaje

y la invitación se torna envolvente.

Una quietud avasallante mancha la realidad -si es que la hay - 

 y la disuelve en esa especie de continente imaginario.

 

Por algunos  instantes,

el silencio se confunde en un diálogo conmovedor.

Ese que no tiene palabras.

Reescribir la imagen. La fotografía como sentimiento

  Cuando la imagen se convierte en un problema la lente propicia un delicado instrumento que magnifica la mirada. Disparar el dispositivo es...